martes, 25 de diciembre de 2012

Felinófagos





Anoche vi dos gatos. Buscaban la soledad de las sombras y se pasaban la lengua por el lomo. De verdad parecían dos gatos.  No se arañaban pero parecían estar sufriendo. Iban de un lado a otro, el susurro de sus pasos tejía con delgados hilos. Trataban de no mojarse pero se humedecían el cuerpo con sus bocas. Sí, de verdad parecían dos gatos.

Los vi saltando en los tejados, se quemaban el cuerpo con el vapor de las chimeneas. Por un rato los vi cansados. De verdad parecían dos gatos. Fueron por muchos lugares, llegué a creer que estaban perdidos. Se empujaban hombro contra hombro, porque ahora los gatos tienen hombros y los vi reírse. Sí, de verdad parecían dos gatos.

Estaban sedientos. Los gatos estaban sedientos y corrían silenciosamente entre las sombras haciendo un ruido insoportable. Eran oscuros, negros, gatos de mala suerte a quienes de lejos se les veía el resplandor de la risa. Cuando encontraron agua siguieron riéndose a carcajadas tal y como se ríen los gatos: mostrando una lengua rosada y con una expresión violenta como si en lugar de felicidad mostraran su rabia. Realmente parecían dos gatos.

Cuando bajaron de los tejados corrieron al parque. Allí los vimos. Otros como yo dejaron de hacer lo que hacían solo para ver los gatos, extraña novedad ver dos gatos a tal hora ignorando la gente. Dos gatos que parecían ser gatos. Los gatos no se daban cuenta de nosotros, corrían de un árbol a otro, fugaces como disparos negros, silenciosos como la luz que llega sin trueno. Lo juro, esos gatos parecían dos gatos.

No se daban cuenta de nosotros, ellos solamente se miraban sus pupilas. Las pupilas eran grandes, color ámbar y en la oscuridad del parque parecían faros desubicando a los navegantes. Navegamos un rato viendo los gatos acostándose en el pasto, revolcándose como árboles que han caído de sus hojas. Los gatos eran sordos, y parecían dos gatos.

Después del primer beso los gatos parecieron polvo, se fueron elevando como una maraña de ramas arrastradas por el viento. El viento nos arrebató los sombreros, los paraguas y las ganas de verlos. Quedó la oscuridad, el silencio, la soledad y todas las cosas que estaban buscando.  Antes de la lluvia vi muchos reanudando su marcha, otros corrieron anunciando los males del invierno. Quedamos unos cuantos viendo los dibujos negros que se hacen en un parque cuando llueve de noche. 

Jorge Andrés Acevedo.

*Fotografía tomada de internet.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Alba





Para mi loca vida, al medio día
un día más día que todos el sol regó la lluvia
y el alba al mediodía aún era alba,
más sutil que un minuto que un océano eterno.

Cisterna pura donde cabe mi ser entero,
mar de rocío que me acaricia incesante,
patria perenne de mi corazón,
jaula donde descansa para siempre mi alma.

Alba-luz, Alba-sol, Alba-marina,
Alba-día, Alba-siempre, Alba-del-alma,
Alba-hoy, Alba-azul, Alba-de-julio,
Alba-amor, Alba-esposa, Alba-dormida,
Alba-verso, Alba-única, Alba-mía.

Navío, vasija, cueva, balandra de mis sueños,
gaveta donde guardo todos mis pensamientos,
cofre donde se esconde mi sonrisa,
donde moran mis ansias y mis recuerdos.


José Luis Díaz-Granados.

*Fotografía tomada de internet.

domingo, 16 de diciembre de 2012

De la muerte

Sí, pero qué arrastra la mirada
hacia es extensión tan blanca.
Cómo evitar soñarnos
tendidos en nuestra propia arena,
ver caer las imágenes
alguna vez tan cotidianas,
escuchar la vaguedad de las palabras
imitando a un silencio ahora tan pobre.

Es la ausencia absoluta de toda fortaleza
perdida en un dibujo largo y borroso
de residuos de recuerdos,
de ojos siempre fijos, acumulando miedo.

Así las ciudades y sus cosas
                                           huyendo
despacio
sin alarde
dejando un eco inmóvil en las grietas de la tierra.
Y allí nosotros
                                           fluyendo
en la realidad de un mundo inexistente,
pretendiendo erguirnos
para entonces
devolver lo habitual  a las formas.

Tallulah Flores.
 
*Fotografía tomada de internet. 
 

sábado, 8 de diciembre de 2012

Retornos


No creo en retornos
pero este amargo corazón de casas viejas y calles rotas
late en cada regreso
sin gestos ni ademanes
y sabe que el mundo es un mal lugar para llegar

Y se regresa a escribir un poema que trate de una muchacha en un aeropuerto
que espera un avión de quién sabe dónde
o escribir sobre la carta que nunca recibí aquel sábado
escuchando el viejo casette con mis nostalgias favoritas
o sobre los versos robados a Salinas, Borges, Walcott
y las tardes de sol en el estadio de fútbol

No creo en los regresos
pero este seco corazón de otros días canta a destiempo
sobre el cielo que quema el nombre de una mujer que amé

No creo en retornos
pero mi corazón de viajero hace, que siempre que parto hacia la intemperie en el
mundo
deje, como en mis días de boy scout, piedritas y migas de pan
para no perder el camino de regreso a tu cuerpo.


Federico Díaz- Granados.

*Fotografía tomada de internet.

XXV



Cada vez que me abrazas
se abre la cicatriz
que llevo marcada
debajo de mis pechos.

¿Acaso eres el hueso
que sacaron
de mi cuerpo
cuando dormía la inocencia
en el jardín del paraíso?


Nana Rodríguez.


Fotografía tomada de internet.
Autor: Eugene Smith.