lunes, 20 de mayo de 2013

Tendida y desgarrada



Tendida y desgarrada,

a la derecha de mis venas, muda;
en mortales orillas infinita,
inmóvil y serpiente.

Toco tu delirante superficie,
los poros silenciosos, jadeantes,
la circular carrera de tu sangre,
su reiterado golpe, verde y tibio.

Primero es un aliento amanecido,
una oscura presencia de latidos
que recorren tu piel, toda de labios,
resplandeciente tacto de caricias.

El arco de las cejas se hace ojera.

Ay, sed, desgarradora,
horror de heridos ojos
donde mi origen y mi muerte veo,
graves ojos de náufraga
citándome a la espuma,
a la blanca región de los desmayos
en un voraz vacío
que nos hunde en nosotros.

Arrojados a blancas espirales
rozamos nuestro origen,
el vegetal nos llama,
la piedra nos recuerda
y la raíz sedienta
del árbol que creció de nuestro polvo.

Adivino tu rostro entre estas sombras,
el terrible sollozo de tu sexo,
todos tus nacimientos
y la muerte que llevas escondida.
En tus ojos navegan niños, sombras,
relámpagos, mis ojos, el vacío.


Octavio Paz

*Fotografía tomada de internet.

jueves, 9 de mayo de 2013

Nocturno


Aquí está la memoria.
En estos libros, testigos mudos
de su blanca piel de luna, está escrita su historia.

Hay que mirar por las hendijas, donde su sombra,
a esta hora se desnuda. Nunca se piensa
que la perfumada sábana del amor, sea la mortaja.

Mi corazón arrastra un barrilete, como un niño
que suspende su vida en la levedad de una pluma.

Ahora, cuando la noche es más espesa
alguien arrastra el cadáver de una alondra.


Omar Ortíz.
*Imagen tomada de internet.

viernes, 3 de mayo de 2013

Sonido hueco



En el limbo de tu ausencia suena el tintineo de lo que no está, espacio sin cuerpo, lágrima seca, desierto helado de llantos fantasmales que acunan el valle de tus ojos; silencios en estampida, correrías de pies sin voz, tierra que se marca por lo invisible.

Perspectiva exacta de sombras que van y vienen, entre intermitentes juegos de luces que no saben que estoy, que soy el viajero errante de sus venas, caminos azules que cortan el horizonte de lo alcanzable.

Tráiganme su rostro y su llanto que lo sanaré con el barro, el mismo que forjó esa alma que allá quedó, entre las espinas del olvido.


Pedro Echarren
*Fotografía tomada de internet