
Abro la noche para recibirte. En cada palabra
mis manos inician un largo recorrido hacia la sombra,
hacia lo que no es posible abarcar. Y sin embargo,
helo aquí como si quisiera traernos un pedazo de nosotros
mismos,
un fragmento de luz, una sílaba cerrada en su misterio.
Nombrarte es el comienzo del exilio. Y permanecer en ti
una constante despedida. Ofrezco mis ojos a lo que se
diluye bajo tu lámpara.
A la eternidad que se desteje minuto a minuto para que yo
pueda entrar en ella.
Sin cortejos. Sin una guía para mis pasos.
Escribo en el polvo este no saber hacia dónde,
a qué distancia se oculta la rosa.
Nuestro diálogo es el inicio del viaje, su silencio el camino
de retorno.
Es necesario permanecer a la intemperie.
Lucía Estrada
*Fotografía tomada de internet.