-¡Qué extraño! -dijo la muchacha avanzando cautelosamente-. ¡Qué puerta más pesada!
La tocó, al hablar, y se cerró de pronto, con un golpe.
¡Dios mío! -dijo el hombre. -Me parece que no tiene picaporte del lado de adentro. ¿Cómo? ¡Nos han encerrado a los dos!
-A los dos no. A uno solo -dijo la muchacha.
Pasó a través de la puerta y desapareció.
I. A. Ireland.
No hay comentarios:
Publicar un comentario