viernes, 2 de noviembre de 2012

Palabras a una hija que no tengo

 
 
 
Entornaré tus ojos si prometes soñarme.
Compréndeme, no es fácil velar por alguien siempre:
a veces necesito saber que tienes miedo.
 
Cuando sepas hablar, dame mi nombre;
diciéndome papá ya habrás hecho bastante.
En invierno no abrigues demasiado tu cuerpo de princesa,
más útil y más noble
es irse acostumbrando a resistir.
 
Acepta golosinas de los desconocidos
(no está el mundo como para negarse)
pero apréndete esto en cuanto puedas:
más frecuente es lo amargo, que te ignoren
y no los caramelos.
 
Te enseñaré a leer fuera del aula
y llegada la hora quiero que escribas "mar"
sobre los azulejos de pasillo.
 
Cuando cruces por fin la calle sola
sabrás que el riesgo y la velocidad
perseguirán tus días siempre.
 
No creas que en el fondo no soy optimista:
de lo contrario tú no estarías ahí
cuidando que te cuide como debo.
 
Como ves, desconfío
de quienes no veneran el asombro
de estar aquí, ahora.
 
Existe la alegría, pero duele;
tendrás que conseguirla.
Y cuando la consigas tendrás miedo.
 
Andrés Neuman.
 
*Fotografía tomada de internet.

No hay comentarios:

Publicar un comentario